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Con trazo firme plantó una horizontal en el pizarrón. Partículas de tiza blanca quedaron suspendidas un breve momento en el aire helado de junio.
–Esta es la recta numérica –dijo, e instintivamente hizo una marca en el medio– y este es el cero, a la derecha se ubican los enteros positivos y a la izquierda los negativos. Hagan de cuenta que el cero es la bisagra entre dos espejos. Si cerraran un espejo sobre el otro verían que un número positivo tiene su imagen en el correspondiente negativo, que es su opuesto. Casi iguales, pero distintos, muy distintos. Igual que cuando nos miramos en el espejo, somos nosotros, pero no somos, ¿no?
Mientras explicaba, a tan tempranas horas, que los números enteros se forman con un valor absoluto y un signo más o menos que los ubica a un lado u otro del cero se le ocurrió pensar que con las personas ocurría algo similar.
Dio la espalda a sus alumnos y comenzó a escribir la tarea para que practicaran lo aprendido. Mientras una parte de su cerebro, inventaba ejercicios de complejidad creciente, otra, en plano paralelo, desenroscaba una idea que iba creciendo y tomando cuerpo y se instalaba cómodamente allí: Cada persona tenía un valor absoluto – su cara, su voz, el color de sus ojos y su pelo, su altura, la forma de sus manos y hasta el andar –; eso era lo que los demás, inequívocamente, veían.
Pero interiormente uno puede elegir ser de un modo u otro, positivo o negativo, si es que lo desea, si se da permiso o si simplemente los planetas se alinean de manera propicia. Es decir que una persona podría ser completamente diferente de sí, siendo siempre la misma, siendo siempre un entero. Quizá pudiera mutar de un día para el otro, varias veces a lo largo de la vida, o mostrar distintos reflejos en su interacción con los demás cada diez minutos.
Se podría ser uno y cien y seguir siendo absolutamente auténtico.
-Huiría despavorida- rumiaba, al tiempo que se sacudía las manos blancas de tiza – de aquel que se ufana de ser el mismo en todas las circunstancias y con todas las personas; de los que dicen “soy de una sola manera” prefiero abstenerme. Esos tipos tienen seca el alma y su imaginación cabe en un grano de arroz.
Caminó, después, por entre los bancos atenta a cómo sus alumnos trataban, con mayor o menor éxito, de resolver las tareas. Por su parte, su mente echaba un vistazo hacia el lado del cero en el que se encontraba parada y se cuestionó si ese, era el correcto. Si era allí dónde quería estar.
Miró el reloj, guardó la carpeta, la calculadora, su lapicera de cuatro colores y los libros dentro de su maletín. Se puso el tapado y en el mismo momento en el que buscaba las llaves del auto en el bolsillo, el sonido estridente del timbre, tan invasivo como liberador, cortó el hilo de sus pensamientos.
– Estudien para la próxima, estos ejercicios tienen que estar resueltos. Hasta el jueves… y no hagan desastres.
La clase formal sobre números enteros había terminado sin novedades ni sobresaltos, pero algo en su interior, algo sobre ceros y formas de ser y sus reflejos, algo que tenía que ver con decisiones y con cambios fundamentales, con pararse de un lado o del otro, se había echado a rodar irremediablemente.
SAFECREATIVE Código: 1006136579983
Enviado a PN el 13 de junio de 2007. Consigna 70. Empezar de cero menos de 800 palabras.
sábado, 12 de junio de 2010
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