domingo, 9 de noviembre de 2014

PLANETA DE ESCRITORES








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De mis padres aprendí el hábito de la lectura. La mejor imagen que tengo grabada en la retina es de ellos dos leyendo en la cama, ya fueran libros o diarios. Por emularlos o, porque no me quedaba opción en una casa de lectores, empecé a leer desde muy chica y nunca me detuve. Mi abuelo Carlos, el padre de mi mamá, también influyó sólidamente en mí, era el mejor contador de cuentos del mundo, sólo superado, tal vez, por su hija Antonia, mi mamá quien antes de dormir nos contaba el cuento de “Los tres hermanitos locos”: una  historia mágica e interminable cuyos capítulos inventaba cada noche para sus hijos

Cuando tenía 9 años una vecina que estudiaba Ciencias de la Educación me usó de conejillo de Indias y me tomó un test vocacional. No recuerdo mucho de ese día salvo que ella se sorprendió cuando me pidió que escribiera una lista de palabras que empezaran con “R”. En minutos desgrané una larguísima lista escrita con tinta azul. El resultado del test: “tenés que seguir algo relacionado con las Letras”, me dijo. Pero yo lo olvidé.

Crecí sin dejar de leer y tomé el camino de las ciencias a la hora de elegir una carrera.  Me casé, tuve dos hijas, me mudé para allá y volví para acá, sin dejar de leer.

Hace 9 años mientras leía La Nación por Internet mi vista reparó en el anuncio de un foro de escritores propuesto por el diario en el que se invitaba a escribir, en 180 palabras, un cuento sobre una fecha patria: el 25 de mayo. No le presté mayor atención y me fui a bañar… Juro, y esto no es cuento, que mientras el agua de la ducha caía sobre mi cuerpo el cuento “Camilo Gómez”  cayó sobre mi cerebro. No más secarme y vestirme lo escribí, lo pulí, le podé palabras hasta dejarlo en las 180 pedidas y lo mandé como una pulsión, como liberando al universo un mensaje propio. Una semana más tarde ese cuento era el ganador del concurso semanal del foro.

A partir de ese día nunca pude dejar de escribir. La escritura abrió las compuertas de mi imaginación y ya no pude cerrarlas, abrió también un planeta de amigos escritores, los seres más solidarios que he conocido, que me enseñaron con sus amorosas críticas todo lo que ahora sé y lo que sigo aprendiendo.




Link que lleva al cuento mencionado en este cuento : 

http://rosariocollico.blogspot.com.ar/2009/08/camilo-gomez.html





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