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Se levantó de la cama sintiéndose pez. Sonrió por la humorada y recordó a Kafka pero notó que los bigotes le rozaban la almohada. Eso era más que raro, en especial, porque nunca había usado bigotes. Frente al espejo comprobó los temores que se habían ido gestando durante el pequeño trayecto entre la cama y el cuarto de baño.
¡Por Dios, era un bagre! Un inmundo bicho de río que aleteaba desesperado tratando de recuperar inútilmente sus formas humanas. De pronto se sintió morir, claro… el aire. Era un pescado en serio, necesitaba agua o moriría ahí mismo. Daría sus últimos coletazos sobre el frío piso de cerámica negra.
Sin meditarlo más, se lanzó de cabeza al inodoro -por suerte limpio- y comenzó su larga travesía buscando el Río de la Plata, esa enorme masa de agua leonada que tantas veces había mirado sin ver cada vez que, como loco, manejaba su deportivo por la Costanera burlando los semáforos y jugando carreras con los aviones que decolaban en el Aeroparque.
Ya en el río se sintió mejor, al menos podía respirar el oxígeno disuelto en el agua, como todos los peces. Sus branquias funcionaban a la perfección y pudo verificar que lo estudiado en el secundario sobre la fisiología ictícola, era cierto. Alentado por recordar tal remoto detalle, se animó a buscar alimento.
“El pez grande se come al chico, igual que en la Bolsa “, pensó.
En el fondo barroso descubrió unos pececitos que le hicieron agua a la boca –por si necesitara más, dadas las actuales circunstancias– y como si toda su vida hubiera tenido aletas y cola se lanzó sobre ellos desplegando una técnica de cazador que le recordó su vida de bípedo en la que atacaba sin piedad a cualquier mujer que se le pusiera a tiro. Reconoció que le daba un poco de asco no ya el pescado crudo, sino vivo, pero se dijo que si se había adaptado al sushi, esto no le costaría mayor trabajo.
Con la panza llena, se dedicó, entonces, a perfeccionar la natación. Hendió el agua con su cabeza plana; sus músculos poderosos lo impulsaron como un torpedo. El agua fresca le acariciaba el lomo y el abdomen blanco y firme como las manos de una masajista experimentada.
Pocas veces había sido tan feliz, ni cuando había hecho aquel negocio millonario, ni siquiera cuando le había birlado el cliente más importante a la otra agencia publicitaria. Estaba vivo.
-¡Vivo! –gritó, olvidando su condición de Parapimelodus valenciennis y se atragantó con la bocanada de agua excesiva y turbia; tosió con tos de pez.
Algo comestible se sacudió en el barro y se zambulló tras la presa.
-¡Picó! ¡Picó!- exclamó el gordo observando como se curvaba la punta de la caña. Apoyando su barriga en la escollera, levantó el trofeo que se movía como loco enganchado del anzuelo.
Con gesto experto, desengarzó el bagre y lo tiró en el balde. Animado de cierta maldad esperó su muerte.
El hombre, empapado en sudor apoyó sus manos en el lavabo. Abrió el grifo y se lavó la cara, buscando en esa acción, calmar la taquicardia que le retumbaba en los oídos. Sus pies descalzos en la cerámica negra por poco ceden a la tentación de dejar de sostenerlo.
-Tengo que dejar esta merca porque me va volar la cabeza¬– se dijo volviendo a su cuarto con un regusto a lombriz todavía en la boca.
En su espalda, justo bajo el omóplato izquierdo, algunas escamas plateadas resplandecieron a la luz del sol.
Safecreative Código: 1007156829157
Enviado a La Nación el 2 de mayo de 2006. (menos de 600 palabras) Consigna “algo que se desarrolle abajo del agua”
Enviado el 16 de junio a Perras Negras – Consigna nº 19 tema libre – menos de 1000 palabras.
jueves, 15 de julio de 2010
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5 comentarios:
Cada vez me convenzo más de lo cíclico de la inspiración y las musas y descubro con gusto que estamos pasando por un periodo de historias de metamorfosis.
Me gustó tu texto y mucho más ese “despertar” con el que cierras aunque no se, me hubiera gustado más el vestigio de alguna herida de anzuelo en alguna parte a manera de postemilla o algo así jijiji.
Y para que veas que la coincidencia es real, te dejo este textito que será mi próxima publicación para el Facebook para hoy en la noche pero que ya tenía cocinando desde hace una semana:
“Como siempre se lavó las manos restregando fuertemente pero en esta ocasión las escamas ya no cedieron.
Leonora comenzó a adquirir su verdadero nombre y esencia: “Lepidóptera”.
Nata, ya veo que venimos coincidiendo! Qué buena manera de mutar, de ser otro, no te parece?
Gracias por tu primicia!!
Fijate que si bien no le dejé herida de anzuelo le dejé un regusto a lombriz. La idea era que no quedaran para él vestigios visibles, las escamas quedaron sólo en la espalda.
Un abrazo
Comienzo muy Kafaka con final muy Trainspotting (el tipo de cosas que sólo te salen bien a ti).
Yo también "presentí" marca de anzuelo al volver. Pero definitivamente tu salida fue mejor.
Se queda un poquito bagre sin darse cuenta.
Encontré el cuento del monstruo por cierto.
Te cuento que quería hacerme un blog "mirror" de el de wordpress en blogspot. Pero ya hay otro thanksfortheinfo en blogspot.
Un beso de bagre (bigotes incluidos)
Hola Itchi, gracias por leerme. Me gustan estos cuentos raros un poco fantásticos que transitan ambiguamente los andariveles de la ficción y la realidad sembrando la duda en el lector. Por eso preferí el sutil sabor a lombriz y unas pocas escamas en vez de una indicutida llaga provocada por un anzuelo.
Qué bueno que encontraste ese cuento, quiero leerlo!!!!
Podrías cambiarle un poco el título de tu blog de wordpress para hacer un siamés en blogspot o es mucho lío?
Gracias por el beso de bagre, para no quedarme atrás te mando un abrazo de pulpo.
Gracias por el abrazo de "Paul" (nuevo nombre genérico de todos los pulpos aunque no entiendan de fútbol).
Posiblemente lo más práctico sea resucitar uno de mis viejos blogspot y pasar el contenido para allá.
Chaito!
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