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Me llamó Roberto…_
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Nooooo, ¿en serio?, ¿te invitó a salir?, aceptaste, ¿no?
-¿Vos
estas loca? Si acepto de una, va a pensar que me interesa.
-¿Y
no te interesa? ¿No estabas loca por este tipo? Hace dos meses que me venís
quemando la cabeza con Roberto.
-¡Ay
querida, no entendés nada! ¿Cuántas veces te tengo que explicar? ¿querés un
cuadro sinóptico? Mirá, Roberto quiere sólo una cosa de mí; la misión es
convencerlo de que en realidad quiere TODO. Para lograr este objetivo tengo que
ir muuuuy despacio, paso a paso. Los hombres son como ardillas. ¿Viste cuando
querés agarrar una ardilla? No salís corriendo y te le abanlanzás al grito de ¡”Cuchi
cuchi, ardillita linda!, no no, todo lo contrario: te sentás en un banco de la
plaza, te quedás quieta, ni parpadeás. Lentamente sacás de tu bolsillo una
galletita o mejor una almendra pelada y la ponés a tu lado, sobre el banco pero algo alejada…
dejás que la ardilla huela. No hablás, no movés un músculo. De reojo verás que
la ardilla llena su nariz con el olor del alimento y analiza si le conviene
arriesgarse, cuando asume que sos inofensiva solita se acerca, se come la
almendra y se te sube a la falda en busca de más. ¿Me explico?
-Helena,
sos una genia.
Cuento que responde a la consigna "Lentamente" de Seamos Breves 24 de noviembre de 2014
6 comentarios:
Que bueno, Ro. Lo tendré en cuenta la próxima vez que salga de caza. No sea que el cazado sea yo.
¿Así que lo de la almendra era por eso?...Vaya, vaya...
Jhon esas técnicas también aplican para ser usados por los caballeros.
Unknown, si te topás con una mujer que lleva almendras en el bolsillo, no hagas preguntas, salí corriendo.
Cualquier similitud con los negocios...
Daniel casi todo es negocio
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