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Cada diciembre empiezo a buscar su reemplazante. Me paro en las vidrieras, pregunto precios, comparo tamaños. Pienso y sopeso formas y calidades para que me dure todo el año. ¿Qué haría yo sin ella? Nada, mi vida sería un descontrol. Olvidaría mis obligaciones, pagaría dos veces los impuestos o me cortarían la luz. Olvidaría citas, direcciones y números de teléfono, incluso personas o lugares, ¿dónde se supone que debiera escribir la lista de pendientes diarios, mensuales o anuales?.¿Dónde guardaría papelitos importantes, recetas médicas, panfletos de productos naturistas o escuelas de yoga? ¿Qué lugar deberían tener algunas fotos o los recortes imprescindibles robados de alguna revista del consultorio del dentista?
Caos,
sólo caos. Mis horas se organizan a su alrededor.
Miro
la que tengo en uso y no se parece en nada a cómo era al principio. A fin del
año pasado la compré en una tienda, me costó mucho dar con ella pues no me
convencía ninguna hasta que la encontré. Tenía el tamaño justo, ni muy chica ni
muy grande. De tapas duras y rulo firme. Las hojas eran blancas con finas rayas
celestes y calculé, a ojo de buen cubero, que me serviría hasta la última hoja.
No es una agenda, no me gustan los espacios pautados, los días fijados por otro
y espacio ocupado con frases o dibujitos. No quiero índices ni calendarios, sólo papel
en blanco para mí. Yo busco una libreta, mi libreta, esa que me acompañará todo
el año.
Antes
de estrenarla escribí 2014 en la tapa y cuando caiga la última hoja en el
almanaque la guardaré en un cajón junto con sus predecesoras.
Y
soy feliz por todos los datos, citas de libros, autores, recordatorios de
cumpleaños, precios (de cosas que jamás compraré), recetas de cocina (que jamás
haré), oraciones y conjuros (que sí rezaré), descripciones sobre cómo ir de un lugar a otro (lo
que me salvará de perderme), amigos nuevos, canciones encontradas y películas
recomendadas, nombres de animales o de plantas, listas de compras. Todo es parte de mi.
Sé
que en un día futuro necesitaré la información que está en ese preciso lugar,
cerca de la esquina izquierda en una de las hojas pares escrita con marcador
violeta. Tal vez en 2017 pasaré sus páginas buscando ese dato hasta encontrarlo
y en el camino recordaré este presente que será pasado.
Es
noviembre y mi libreta no es la misma, está ajada, las puntas algo romas, me
quedan pocas hojas libres; voy ajustando la letra para que me alcance. Es todavía
mi compañera de ruta pero ya se ha ganado un sitio en mi cajón de tesoros.
Desafío de Seré breve sobre descripciones
Desafío de Seré breve sobre descripciones
2 comentarios:
Te imagino perfectamente registrando en libretas y guardando.
UN abrazo.
That's me
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