Araña de la quinta de Olivos
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Quieta, inmóvil, un camafeo
de marfil y jade en el centro de su tela, la araña espera. Tal vez no ocurra
hoy, tal vez no mañana pero grabada en la artrópoda memoria de sus genes palpita la certeza de la presa: ya mosca
desprevenida ya mosquito inexperto o
libélula vibrante acabarán sus días en un milagro circular y pegajoso.
Heme aquí como la araña
quieta, inmóvil, un camafeo de marfil y jade destilando perfumes y miradas. Escribo
primordiales mensajes en el aire con el sabio lenguaje del cuerpo mientras
espero -sentadita en el sillón- el preciso instante en el que tu mirada de lobo
aterrice sobre mis piernas cruzadas y mutes fatalmente de recio cazador a
cordero de sacrificio atrapado para siempre en mi red.
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