lunes, 7 de septiembre de 2009

CONFIAR EN LA PE “S” UÑA

Distendida y confiada, al no depender de las veleidades galaicas de un traductor, leía la última novela de una afamada autora argentina editada por la prestigiosa editorial Alfaguara. Una historia cruel, sobre todo, para quien ha padecido el ocaso de un viejo querido víctima de una enfermedad que deteriora su esencia día a día.

Pero la historia no viene al caso, no estoy aquí para hacer una crítica literaria; tal vez parecerá menor el tema que me azuza para escribir lo que están leyendo pero, para mí, lo que se esconde bajo la inocente sustitución de una letra por otra es de vital importancia: “la pérdida de la confianza en aquello en lo que creímos desde siempre”

“¡Qué!”, me dije en un grito interno que me descolocó las almohadas e hizo saltar a la gata interrumpiendo su octava siesta,” ¿Pesuña con S?”

La S tan fuera de lugar me taladró la vista pero produjo algo más: no me creí, le di la derecha al negro sobre blanco, a la letra escrita. Pero no pude seguir leyendo, le desconfié al libro porque la S me seguía sin convencer. Busqué la palabra en el diccionario y la Z vino en auxilio de mi mellada autoestima ortográfica.

Alguno me dirá: “¡¡¡Che, pero es una letra!!!” sí, es sólo una letra, pero escrita en un lugar en el que tenía depositada mi confianza. No en vano mi maestra de segundo grado, la señorita Elisa, nos daba una tarea que yo odiaba porque no soy hábil con las manualidades. “Busco recorto y pego 10 palabras con… “, escribía en el pizarrón, la sentencia terminaba con la que fuera la regla ortográfica que hubiera enseñado ese día. Reitero que odiaba hacerlo porque no podía cortar derecho y más de una vez decapité una palabra que quedó inutilizable pero esa y otras tareas de refuerzo propiciaron dos cosas:
a) que no tenga errores de ortografía.
b) que en mi mente esté grabada la premisa de que lo que está escrito en letra de molde se cree.

El punto b) no es del todo cierto, pero eso lo aprendí después y tal vez dé para otro escrito.

–Malena, ¿cómo deletreás pezuña?– pregunté temerosa.
–P-E-Z-U-Ñ-A –respondió la adolescente sin quitar los ojos de la pantalla de su laptop.

“Bueno”, me dije con cierto alivio, “tan mal no estamos, mi hija menor podría ser correctora de Alfaguara”.

4 comentarios:

Graciela Tórtora dijo...

Es absoluta verdad lo que decís, Rosario, uno hasta llega pensar que está confundido y aunque sea una sola letra, es terrible.Me lastima los ojos y hace mella en mi autoestima lingüística. Muy bueno,

letra de tango dijo...

De más está decir que coincido con lo escrito, una simple letra hace dudoso todo un contenido.
Haydée

Alejandro Luque dijo...

Adhiero al sentimiento de inseguridad que pueden crear ciertos errores ortográficos en ediciones que se suponen serias y de referencia para el lenguaje. Ediciones que invierten cada vez menos en correctores para aumentar los márgenes de ganacias.

Igual he verificado en la RAE que peSuña y peZuña pueden usarse indistintamente para referirse Al dedo de los animales cubierto por una uña. :)

Anónimo dijo...

Un texto con el que coincido.