miércoles, 24 de diciembre de 2014

SEGUNDA VENIDA








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Sólo “Ña” leyeron sus amigos en el estado de Facebook de un tal Jhon. Sólo “Ña” a las 2:47 AM de un día cercano a la Navidad.

El tal Jhon era un joven colombiano, padre soltero de dos niños más avispados que él, afecto al metal, a la computación y a las mujeres.  En sus ratos libres escribía cuentos de amor para la dama siempre equivocada.

Sólo “Ña” leyeron los amigos perplejos  de Jhon en un día cercano a la Navidad y le respondieron de todas las  maneras posibles (reproduzco sólo aquellas no reñidas con el buen gusto):

* “Aleja el teléfono de la bebida”
* “No entiendo este reproche”
* “Basta de sustancias de mala calidad”
* “Loco”
* “Buuuuuhhhh!!!”
* “Sea lo que fuere lo que estás aspirando te pega mal”

Cuando Jhon se despertó a la mañana siguiente arrastró sus pies enfundados en pantuflas de conejito hasta la cocina, se preparó un café negro y encendió su computadora.

La sorpresa le llenó los ojos. No podía dar crédito a lo que veía porque no recordaba haber estado despierto a las 2:47 AM y mucho menos haber escrito semejante mensaje incomprensible.

“¡¡¡Me hackeraon la cuenta!!! “, gritó con furia.

Sus dedos se movieron rápidamente sobre el teclado en una complicada secuencia de teclas (ya he dicho que era experto en computación) que abrían y cerraban ventanas repletas de códigos inescrutables. Después del sesudo trabajo determinó que todos sus antivirus, cortafuegos, repelentes de gusanos y troyanos funcionaban perfectamente y que su computadora era aún virgen de hackers.

Respiró con alivio pero en instantes su preocupación volvió. “Debo ser sonámbulo, ¿Qué habré querido decir?, ¿Habré soñado que escribía una frase en mi estado? ¿Estaré desvariando? ¿Será esto envejecer?

No tuvo respuestas así que luego de leer todas las bromas de sus amigos respondió por escrito lo que creyó la verdad.

“Debo ser sonámbulo, no tengo ningún recuerdo de haber escrito ni “Ña” ni nada porque a esa hora estaba durmiendo como un bendito”.

De más está decir que muchos de sus amigos forajidos no creyeron ni una palabra y volvieron al ataque con bromas más pesadas que las primeras (ninguna es reproducible).

Hoy en día Jhon recordado como uno de los mártires de la Segunda Venida.

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Mucho tiempo después (centurias, me animo a decir) hemos podido reconstruir lo que en verdad pasó.

Nuestros ancestros, quienes iniciaron la resistencia, lograron dilucidar, todavía con algunos interrogantes, qué fue de la humanidad del lejano fin de 2014. Los pocos sobrevivientes al ataque invasor (veganos en su gran mayoría, y el por qué de ese detalle es todavía un misterio) lograron sobrevivir en cuevas y túneles, recabaron información oral, recuperaron viejas computadoras y teléfonos celulares antiquísimos.  Con esos indicios lo que sigue a continuación es lo que puede leerse en nuestra Nueva Historia.


“… En cada ciudad del mundo de más de diez mil habitantes un joven de similares características a las del querido mártir Jhon pudo verificar que una palabra “Ña” sin sentido alguno para ellos,  se había escrito -sin explicación que no fuera el sonambulismo o la ebriedad-  en sus respectivos estados de una red social conocida como Facebook. Hombres de todo el mundo,  de diferentes culturas, religiones, idiomas, etnias, clases sociales y afinidades políticas se vieron envueltos en las mismas circunstancias. Días antes todos ellos habían sentido la compulsión de tomar una foto del centro neurálgico de su pueblo o ciudad y subirla como portada  a su sitio de Facebook; en todas ella figuraba la misma fecha 24/12/2014  0:00hs

Nadie supo pudo o quiso conectar los hechos. Es más, hubo algunos comentarios sobre un posible señuelo de la propia red social con el objetivo de medir tal o cual parámetro sociológico. Nadie le dio importancia, la época festiva volvía medio estúpida a la gente.

Lo cierto es que el 24 de diciembre de ese año a las doce de la noche mientras todos brindaban y los fuegos artificiales quebraban la noche de paz el ataque masivo de la Segunda Venida destruyó casi todo lo que tenía vida en el planeta. Sólo alguno humanos se salvaron, en su mayoría veganos, nadie sabe bien por qué pero se arriegan teorías sobre que podrían ser los negadores del Cordero en alusión al antiguo dios nacido un 24 de diciembre muchos siglos atrás y en cuyo honor se celebraba esa fecha cada año; pero de eso no hay pruebas (…).

Los humanos remantes no tienen contacto alguno con los invasores, viven huyendo por una red de túneles que interconectan todos los rincones de la Tierra. Los usurpadores del planeta son taimados y vengativos, crueles y rastreros…malos.  Rápidos como ei pensamiento    -que pueden leer y manipular sin problemas- destruyen todo a su paso, no se dejan ver… dicen que son menudos, amarillos  y de ojos rasgados. Después de muchos intentos por comprender sus hábitos y decodificar su idioma sólo una cosa se sabe con certeza: “Ña” quiere decir  OK”.




Dedicado a Jhon Barcasnegras quien suele escribir Ña sin motivo alguno en su perfil de Facebook






viernes, 19 de diciembre de 2014

VOLVER







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-Oui – le dijo al changador que le ofreció el taxi a la salida de Ezeiza, olvidando que ya estaba en la Argentina.

Se acomodó en el asiento y con los anteojos de sol cubriendo buena parte del rostro empezó a  acostumbrar sus ojos al paisaje dejado muchos años atrás. Había vuelto otras veces, pocas,  y el trayecto del aeropuerto hasta la casa en San Telmo no le había generado nunca sentimientos muy  radicales, pero esta vez era diferente.

-Papá murió, – le había dicho su hermana por teléfono la mañana de un día gris- un infarto.

Su historia había sido la de muchos: la médica joven que obtiene una beca. Había tenido suerte. Al terminarla no la soltaron; nadie en su sano juicio la hubiera dejado ir. Era realmente buena en la rara especialidad  escogida y por eso le ofrecieron el oro y el moro para que se instalara allí. La comparación con una vuelta gloriosa pero con pronóstico laboral miserable  en Buenos Aires, la retuvo por dos años más, por cuatro, hasta fin del próximo semestre, hasta que terminara la próxima investigación…

La postergación se demoró tanto como la compra de su departamento en Paris, la apertura de su consultorio exclusivo, el acuerdo con los laboratorios para la consultoría, los nueve libros publicados en francés y la jefatura de la cátedra.

Tres computadoras de última generación la mantenían en contacto con el  mundo del futuro y con el del  pasado, los mails  resguardaban el enlace con las raíces enterradas en tierras de tango.

-Todo no se puede -se había justificado en  más de una oportunidad– uno siempre hace elecciones, en cada una se gana y se pierde. No pueden apreciarse, en el momento, la magnitud de sus resultados, ni los buenos ni los malos.

La comunicación electrónica le ofrecía irrefutables  ventajas por sobre la de papel: la inmediatez, que sólo depende de la voluntad,  y hasta la posibilidad de chatear  con su sobrina de catorce años, a quien casi no conocía. Después se agregaron  las fotos, que colorean las palabras aunque no aportan, aún, ni perfumes ni sensaciones táctiles. Más de una vez se descubrió tocando la pantalla de cuarzo tan fría y tan  lisa, cuando sus dedos hubieran matado por  el calor de las caras y el aroma familiar. Fotos con rostros alegres, con sonrisas. Las de los cumpleaños, las de los bautismos de los bebés nuevos, las de la tía Elena que ya se murió, las  de ese asado en casa de la gorda, aquella vez que se reunieron todas las chicas del secundario.

Pero las fotos y las cartas, muchas veces, pintan un cuadro distorsionado, una especie de diario de Yrigoyen, que se edita de un lado y otro de las pantallas para suavizar la realidad, para no preocupar al otro al cohete, si total,  desde tan lejos qué puede hacer.

- Papá murió, –le había dicho su hermana por teléfono la mañana de un día gris-  un infarto.

Buenos Aires era cada vez más caótica, pudo comprobar con la frente apoyada sobre el vidrio del auto. El cotejo con el primer mundo fue inevitable. No se ahorró la  nada original frase de los cinco tan: “un país tan rico, tan enorme, tan desperdiciado, tan saqueado, tan triste “.

En algún momento el taxi empezó a recorrer calles más conocidas y se apresuró a  mirarse en el espejo que guardaba en la cartera. Se pintó los labios y acomodó un mechón castaño que se empeñaba en caer sobre el ojo derecho.

-Estoy llegando- les dijo por celular.

El coche dobló por Bolívar  y allí los vio, a todos en la vereda, esperándola, detenidos en el tiempo y el espacio, como si no hubiera nada más importante que hacer. Sus hermanos, un poco mas ajados de lo que recordaba, los sobrinos enormes, irreconocibles; la vecina de al lado, doña Juanita, más menuda que antes.

Con paso corto pero firme, su madre se acomodó en primera fila.

El chofer clavó el freno de mano. Con la misma precisión de aquel sonido seco entendió  que aquella postal de bienvenida había instalado, irrevocablemente en su cabeza, la inquebrantable  decisión de volver.




Enviado a Perras Negras el 31 de agosto de 2006. Consigna 30. tema libre





lunes, 15 de diciembre de 2014

PENDIENTES IMPOSTERGABLES








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Nunca me resultó agradable la idea de morir. Un poco por los que dejaría acá, solitos y otro poco porque no me cierran ni cielo ni el infierno. El primero se me antoja aburrido, silencioso y blanco, idea germinada merced al abono meticuloso de colegios católicos pletóricos de seres alados y túnicas etéreas; mientras que el segundo me resulta “rojamente” increíble y patético. En otras palabras, ninguno me acicatea para  morirme. No despiertan en mí curiosidad alguna.

Debo reconocer que siempre fueron más atractivas las creencias egipcias o indígenas sobre este asunto. Pero como no soy ni egipcia ni india no me corresponden tales credos… una pena.

Así que resolví posponer mi última hora lo máximo posible y por decir un número al azar elegí vivir ciento veinte años. O mejor, ciento veintiuno,  que es capicúa. Con la salvedad de que como odio la decrepitud prometo firmemente estar siempre espléndida y lucir, en ese momento, a lo sumo,  de sesenta.

No es por capricho, tengo una larga lista de pendientes:

*Aprender piano y, de memoria, las vueltas de tu oreja.
*Cantar y bailar como Maddona y descubrir qué beso se acomoda mejor en tu boca preciosa.
*Recorrer  el pueblo italiano de mis antepasados y precisar cuál es la mejor manera de despertarte.
*Conocer los secretos de las plantas y anticipar, por la expresión de tu cara, el momento exacto de tu placer.
*Reconocer a todos los impresionistas y hacer un mapa con tu ruta de masajes.
*Leer todos los clásicos y escribir la carta que te mate de amor.
*Cocinar algo decente y presentir tu llegada por el sutil rumor de las campanas de viento.
*Ver salir la luna del agua salada y, que esta vez, estés conmigo.
*Hablar francés e italiano y susurrarte al oído una  palabra que te encienda.
*Cargar entre mis brazos un cachorro de tigre y conciliar el sueño abrazada a vos.
*Entender por fin qué demonios es un orsay e inventarte un juego nuevo cada día.
*Develar el secreto corazón de la computadora y que sea tu latido el que marque la cadencia del mío.
*Definir cual es el perfume que más me gusta y decidir que, sin dudas, es el que brota de tu piel.

Se me acabarán las palabras antes que la lista porque cada día hay algo nuevo que califico  de imprescindible e imperioso. Pero te quedará más que claro que a cada pendiente  impostergable se amarra con firmeza tu presencia como la hiedra obcecada a una pared. Y me animo a prometer que mientras eso ocurra, no moriré.




Enviado a PN el 15 de junio de 2007. Consigna 71. El último día. Menos de 400.




miércoles, 10 de diciembre de 2014

INVASIÓN








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De haber tenido boca, el general *+wi0iw+*! hubiera sonreído con placer. Para expresar su gusto pestañeó, en singular secuencia, los terceros párpados de sus once ojos o lo que esos agujeros pudieran ser. Protegido por los campos de fuerza  y las barreras temporales de su cuartel general,  monitoreaba con atención la invasión largamente programada al tercer planeta. Ese que apenas se distinguía de los demás astros por los destellos azulados provenientes, con seguridad, de las masas de agua que lo cubrían.

A años luz de allí, en un departamento del barrio de Flores, la mujer dijo:
-Nati, ahí te dejo las cosas para que prepares  milanesas. Hoy tengo un día complicadísimo, si hay algún problema llamame al celular. Chau.

Ni bien la señora se hubo marchado, la Nati puso manos a la obra tarareando un chamamé. Cascó los huevos en un cuenco. Uno tras otro, revelaron un interior gelatinoso de inexplicable verde. La mujer tiró todo al tacho de basura y salió para el almacén dispuesta a protestar por la porquería que le habían vendido a su patrona.

La misma escena fue protagonizada por Marguerite en Paris, Ula en Moscú, Giulia en Roma, Greta en Berlín,  Sara en Jerusalén, Pilar en Madrid, Rose en Londres y por cientos de miles más. Una enorme cantidad de huevos de corazón verde fueron tirados a la basura sin que nadie le diera mayor importancia.

Seguramente el general *+wi0iw+*!  y sus huestes podrían haber esperado a que la humanidad se extinguiera sola dejándoles el camino libre para afincar sus colonias; pero como iban las cosas esos bárbaros estropearían el delicado equilibrio ecológico con sus torpes atentados contra la Naturaleza. En manos de los humanos, la Tierra no tardaría en ser sólo  un recuerdo yermo.

El general *+wi0iw+*! comunicó telepáticamente a sus superiores, que los soldados enviados estarían listos para atacar en breve, ni bien  terminaran de crecer, en los basurales del planeta, fermentados por los efluvios de los detritus de los hombres .

La misión era un éxito. Los colonos devolverían a la Tierra  su destino de paraíso.




Enviado a Perras Negras el 19 de junio de 2006. Consigna nº19 “Cuento fantástico” en menos de 300p