miércoles, 19 de agosto de 2009

CAMILO GÓMEZ

Camilo Gómez Consigna Semana de mayo 2005.
Primer cuento escrito y enviado a La Nación.

Camilo Gómez despertó con el ruido de la lluvia sobre el techo y el chapoteo de algún caballo en el lodo que ahora sería su calle. Se levantó con la esperanza de que el mate cocido caliente, retuviera un tiempo más en su cuerpo, al alma que ya estaba harta de tanto frío. Se calentó las manos con el tazón mientras trataba vanamente de vislumbrar algún designio en las volutas del vapor verde del mate.

"Adivinar el futuro no me dará de comer", se dijo.
Apuró la bebida y se fue decidido a la Plaza Mayor. Hacían ya varios días que algo se cocinaba en el aire. Algo del rey o del virrey, no sabía ni le importaba.

La plaza estaba llena de gente. Elegantes y menesterosos enfocaban su mirada a las ventanas del Cabildo, algo esperaban. Algunos gritaban, pero Camilo ya había empezado a trabajar. Nadie reparó en él mientras rastrillaba la plaza, pidiendo permiso.

Camilo sonrió mientras desplegaba sobre la mesa el botín recolectado en los bolsillos de la plaza.
"¡Qué viva la Patria!", gritó. Y se rió fuerte.

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