sábado, 10 de julio de 2010

ROMPECABEZAS (artículo)

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Ilustración: Alejandra Rojas Gross

Pareciera que cuando dábamos por sentado que las cosas ya no cambiarían se nos dio por desarmar el rompecabezas perfecto que habíamos construido con las instrucciones de otros.

Las mujeres de alrededor de 40 pertenecemos a la última generación que obedeció sin chistar los mandatos culturales. No es bueno generalizar y por eso diré que la mayoría de nosotras aprendió aplicadamente las lecciones impartidas por padres y maestros: usamos el uniforme por debajo de la rodilla, estudiamos una carrera como la gente, nos sacamos el pelo de la cara, buscamos un chico de buena familia, tuvimos dos o tres hijos e intentamos, con mayor o menor éxito alguna manualidad “inutilísima” en goma eva.

Pero en algún momento, rondando los 40, advertimos que eso no bastaba para ser felices y que había todo un mundo por descubrir fuera de la burbuja aséptica que era nuestro hábitat; entonces salimos a explorar.

No fue fácil.

Dejar a un lado la comodidad de lo establecido o los éxitos bien probados da miedo, se teme lo que se desconoce. Pero aun con todo para perder muchas nos hemos animado a revelarnos contra lo socialmente aceptado y saltamos al vacío.

Por eso, hemos cambiando de trabajo, de peinado, de amores, de costumbres y de músicas. Nos dimos el permiso para ser aquello para lo que estamos puestas en este mundo, para alcanzar ese secreto deseo que desde muy temprano late en nuestro interior y que por muchos años, más de 40, nos obstinamos en tapar.

Pareciera que cuando dábamos por sentado que las cosas no cambiarían se nos dio por desarmar el rompecabezas perfecto que habíamos construido con las instrucciones de otros y, con una mezcla de alegría y dolor, vamos armando este otro, el nuevo, el que nos dicta el corazón.

Este artículo salió seleccionado para figurar en el e-book Soy una mujer de 40 y más
(para descargarlo http://bit.ly/40ymas)


Safecreative Código: 1005216347924

1 comentario:

Unknown dijo...

Rosario, da miedo saltar al vacio, pero da mas miedo permanecer sin encontrar el verdadero sentido de existir.

Un abrazo

Alejandra Rojas Gross