jueves, 24 de abril de 2014

COMO MEDUSAS





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Ahíta, laxa, desparramada, sin huesos, con la energía de las baterías en cero. La piel caliente, húmeda, enrojecida y sensible por las chispas  entre tu cuerpo y el mío. Exhausta después del violento combate del que soy  víctima -he muerto más de una vez atravesada por tus artes de guerra-, y vencedora porque te sentí derramándote en un último estertor.

Un sentimiento infinito me inunda, me desborda y me abraza en volutas purpúreas.

Y nos quedamos ambos, como medusas, entrelazados, disfrutando del momento en el que cae el último muro de intimidad: dormir juntos.

Te alumbro con la luz casi extinta de mis ojos para retener esto que ya es un recuerdo. Los cierro y exhalo una bocanada de aire tibio que aun conserva  tu sabor salado. Con tu piel en la memoria de mis manos y el latido de tu corazón en los oídos me resbalo feliz hacia el sueño.









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