lunes, 26 de mayo de 2014

CREMA Y CHOCOLATE








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La mujer dejó el pote de helado sobre la mesa de la cocina y lo destapó ante la mirada expectante de su hija. La chiquita de vestido a lunares descubrió tres guijarros traslúcidos sobre el papel manteca que cubría la crema y el chocolate.
- ¿Qué es eso?- preguntó
- Hielo seco, es más frío que el otro,  con él no se derrite el helado- contestó la madre

La niña estiró la mano y tomó las piedras. A los pocos segundos las tiró sobre la mesa  “tan frío que quema”, dijo.
La mujer  rió ante la acertada ocurrencia y puso las tres piedras en un vaso con agua. En segundos despertó el humo helado que dibujando volutas en el aire enfrió la carita de la niña. Emergía ante sus ojos asombrados la magia del caldero de la bruja poderosa que la defendería de todo mal

La mujer con vestido a lunares dejó su auto en el estacionamiento del hipermercado. Atestado como estaba calculó que tardaría bastante en volver. “A-7”, tomó nota mental del dato que la regresaría a ese lugar cuando terminara la compra. Se aferró a un changuito y desplegó la lista que con lapicera violeta había escrito a las apuradas en las detenciones de los semáforos en rojo. Revisó que llaves y billetera estuvieran bien guardadas en la cartera cruzada en bandolera y esperó a que las puertas de vidrio se abrieran solas. “Entiendo que hay algo que detecta mi cercanía y por eso se abren las puertas pero siempre me ha parecido mágico este momento, como si seres invisibles me estuvieran esperando.”

Dos botellas de aceite de maíz, un kilo de arroz, cuatro leches descremadas,  cuatro gaseosas… “No necesito lista alguna, siempre compro más o menos lo mismo”. Un kilo de  harina, carne para milanesas, una docena de huevos, pan rallado, pan lactal, queso untable, masa de tarta, dos cajas de ravioles de ricota, tres latas de tomate, dos paquetes de queso rallado. Un pollo, un sobre de pimienta molida, dulce de leche, galletitas saladas y dulces… “Pensándolo bien, esto es casi gracioso o casi trágico, no tengo control sobre lo que hago, paseo por las góndolas como una autómata, mis ojos ven los precios, mi cerebro decodifica si conviene o no y en base a esa decisión  estiro la mano. Hoy es igual que la semana pasada o que el  mes pasado. Si existieran universos paralelos todas las yo estaríamos en este mismo lugar levemente desfasadas como en los vestidores que tienen espejos en todas las paredes: una se replica hasta el infinito, así me siento, replicada hasta el infinito”.

Pasta de dientes, papel higiénico, desodorante, lavandina, detergente, polvo para lavar la ropa, fósforos, rollo de aluminio, piedritas sanitarias para el gato… “Aunque hoy hay algo distinto, me puse este vestido. Adoro la ropa con lunares… pensar que lo uso poco porque me da lástima que se gaste; sí, este detalle hace de este día algo especial”.

Tres kilos de naranjas para jugo, seis bananas, tres atados de espinaca, un ramo de brócoli, un kilo de manzanas, tomates, “no, tomates no, están horribles”, verduritas para sopa, una calabaza…  “¡¡ Balde de dos kilos de helado de crema y chocolate en oferta especial!! Esto hará que la visita al supermercado valga la pena, a todos nos gusta, ¡¡Mario y los chicos van a estar felices!! Y después podría aprovechar el envase para pintarlo y hacer  una maceta colgante para el helecho”.

La mujer se acercó a la caja que juzgó de cola más corta, “¿me faltará algo más?, no, no, está todo”.

- ¿Hoy hay descuento con tarjeta de crédito?
- Sí, señora, un quince por ciento si hace un solo pago –contestó la cajera
- Ah, perfecto, en un pago entonces.

La mujer del vestido a lunares firmó el talón de pago, acomodó las bolsas en el changuito y encima de toda la compra dispuso el balde de helado tal vez para que no se derramara o quizá a modo de trofeo.

“Qué oscuro está, se nota que se acerca el invierno… A-7”. La mujer tanteó las llaves del auto en el bolsillo de la cartera mientras empujaba el carrito hasta su auto. Ya en el espacio A-7 introdujo la llave en la cerradura del baúl.

Una sombra sigilosa se deslizó a sus espaldas: un hombre encapuchado brotó de la nada y apoyó el caño de una pistola en la sien de la mujer.
- No te muevas o te mato, dame todo.

“Tan frío que quema”. Un raro puente, trazado por los juegos minuciosos de la memoria, se tendió entre el hielo seco y el frío del  arma en la sien. Inmóvil pensó en su madre develándole el secreto del falso hielo, en la paradoja de los lunares a ambos lados del puente y en el helado de chocolate y crema.

Por impensado reflejo de supervivencia o  movida por la magia de la bruja poderosa que la defendería de todo mal, tomó el viejo caldero que ahora era balde de dos kilos de helado, lo revoleó por encima del changuito y lo estrelló contra la cara de su agresor.










4 comentarios:

Alicia dijo...

Hola Rosario, soy Alicia Prack, tenía tu mail sin contestar y como sucede con las cosas impensadas que mencionás en tu fabuloso relato, te respondo ya. Me encantó y me fascinó deslizarme por el tobogán de tu propuesta, me caí sentada sobre un final bien tuyo, como me tenés acostumbrada. Impecable suspenso con broche único. Un abrazo, nos vemos

Rosario Collico dijo...

Gracias Alcia, me gustan los finales contundentes como el golpe de un balde con dos kilos de helado. Un abrazo y muchas gracias

Anónimo dijo...

Hola:
Es un gusto volverte a leer. El suspenso es destacable en tu texto. Interesante como se conecta hechos tan distantes en el tiempo, me ha gustado como lo manejas. Empiezas y terminas con helado, otro punto a tu favor. Lo única pega que le pondría es la enumeración, la lista, de los artículos; se hace larga al leer y no aporta a la narrativa.

Buen trabajo,

un saludo.

Javier Fernando Castillo

Rosario Collico dijo...

Hola Fernando, muchas gracias por tu lectura y tu comentario. LO de la enumeración de artículos lo quise poner para establecer dos planos de actividad de la mujer: el rutinario y automático de la compra y el otro: el del pensamiento y las conexiones. Pero lo tendré en cuenta. No sabés lo bien que recibo los comentarios porque me ayuda a mejorar.