jueves, 27 de noviembre de 2014

EL CHINO

 



Amor oriental Abel Kropivka -  argentino - 11-12-43. 


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La situación económica argentina golpea en todos los hogares. No pasa por alto el de Roberto y Helena.

- Che, hoy es quince y no tenemos un mango.
- ¿Y qué querés que haga?
- Vos? nada, -respondió Helena- pero creo que no podemos hacer más la compra mensual en el supermercado, gastamos mucho en  porquerías, desde hoy me voy al chino de la vuelta a comprar sólo las ofertas.
- Ya sabés que me conformo con poco- dijo Roberto.
- No hace falta que lo aclares- murmuró Helena.

Helena toma la bolsa de los mandados y se va al chino de la vuelta dispuesta a repoblar la heladera por unos pocos pesos. Elige tomates, una lechuga y  una caja de hamburguesas; se acerca a la caja dispuesta a pagar.

Ya en la fila, un brazo tatuado capta su atención. Helena relojea el resto del todo; el chino más lindo del mundo le pregunta: “¿Tené monera?”

Una cosa es bien sabida: los chinos no tienen alma, hace rato se las  han vendido al diablo a cambio de juventud eterna. Entre los veinte y los sesenta todo chino tiene veintiséis.

A partir de ese momento Helena se transforma en habitué del chino de la vuelta... Se calza los tacos, una pollera apretada, se pinta los labios de rojo rojo rojo y marcha sacando pecho a ver a Wu. Porque en su mente lo ha bautizado Wu y distribuye la compra diaria con cuentagotas para multiplicar el placer de verlo.

En cada visita Helena lo espía desde la góndola de los congelados y se relame con la visión del torso vigoroso de Wu, de su pelo pinchudo y negro y de esos brazos nervudos y tatuados. ¿Quién sabe qué dirán los ideogramas? tal vez profundas enseñanzas de Confucio o legendarios proverbios. Aunque también podrían significar “Madre”, “marihuana libre” o “soy gay”. Helena no sabe nada de chino pero tampoco le importa; sólo sabe que a Wu los tatuajes le quedan divinos.

En su puesto de trabajo Wu rara vez sonríe, no mira a los clientes, no registra las miradas calientes de Helena y mucho menos imagina la actividad frenética de la cabeza de la mujer que lo tiene como protagonista excluyente. Se limita a pasar los artículos por el lector de precios, embolsarlos y cobrar. Mientras tanto Helena sueña despierta; los imagina a ella y a su chino, ambos desnudos después del amor. Ella,  laxa entre los brazos de Wu disfruta de la comparación entre ambas pieles. De reojo lo acaricia con la mirada y tan en babia está que se sobresalta cuando el chino pregunta con esa voz igualita a la que convierte los mensajes de texto en mensajes de voz: “¿Tené do con circuerta?” Helena regresa de la estratósfera y rebusca en el fondo del monedero las preciadas monedas que contentarán al oriental.

Helena está convencida de que entre ellos hay onda. Pero la verdad es que ese corazón de papa fría jamás acusará recibo de las afiebradas conjeturas de la mujer ni de sus oscuros mensajes de amor encriptados en: “Dejá, no me des bolsa, yo traje la mía que es ecológica”… pavada de declaración de principios.

Pero la vida es cruel y, un día como cualquier otro, con sus labios pintados de rojo rojo rojo, Helena descubre a una china descarada colgada del brazo tatuado de Wu. La muy chiruza no tendrá más de veinte años pero otra cosa  bien sabida es que las chinas tampoco tienen alma, el diablo se las ha cambiado por una eterna apariencia de veinte aunque tengan cincuenta y seis.

Y hay algo que una mujer de ley no puede soportar, la traición. Entonces Helena se dice: “Estos chinos son unos careros, mejor me voy al gallego de la vuelta”.





Cuento cuya consigna era el cuadro de Kropivka para el sitio Abracadabra.




6 comentarios:

Graciela Tórtora dijo...

Me morí de risa! Sensacional! Te digo que yo hubiese insistido con el chino ( me gustan los orientales!!!) porque hay que ver cómo es el gallego! Buenísima vuelta de tuerca!

Rosario Collico dijo...

Gracias grace. Hay que preguntarle al pintor qué le pareció

JJB_Dev dijo...

Que divertido relato. Por cierto que siempre he querido conocer una china (Conocer en el sentido bíblico), pero no se ha dado.

Rosario Collico dijo...

No pierdas las esperanzas mi querido Jhon, ya estoy palpitando la crónica de tal encuentro. Besos

Teodora dijo...

Muy bueno, divertido y todo.

Rosario Collico dijo...

Muchas gracias Teodora!!!