jueves, 21 de enero de 2010

FERREIROS DEBE MORIR (Parte I)

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–¡Coooorten!– dijo el director

Se levantó de su silla de lona y empezó a llamar a los gritos a los actores de la toma siguiente. Se rodaba un exterior de la telenovela que cada tarde hacía inexplicablemente 30 puntos de rating. Midió la luz y le marcó la escena al galán, un tal Roberto Ferreiros quien debía subir al globo aerostático con cierta gracia. Tomó dos notas mentales:
1) Imperativo: ocultar al ojo de la cámara la panza bamboleante del fulano.
2) Limitar el catering

Por fortuna era el último día de rodaje con ese tipo insoportable, un modelito venido a más, inflado por la prensa del espectáculo y con novio poderoso en el show–business.
–¡Acción!– gritó y se concentró en el rodaje.

La cámara le hizo un plano corto a Ferreiros, tomando su famoso perfil – tal vez el otro no existiera dado que nadie lo había visto jamás–. El rostro del hombre debía expresar dolor y determinación en aquella hora amarga que señalaba el guión. No lo lograba.

Otra cámara con plano abierto registraba el lento ascenso del globo en medio de otros que completaban el escenario de la locación. Aprovechaban una competencia de globos aerostáticos que se realiza anualmente en San Luis. Había que abaratar costos.

El actor se tomó de los tensores y subió al borde de la canasta. La intención de saltar era clara. Ferreiros debía morir.

-¡Cooorten! Se imprime…

Con Ferreiros muerto la cosa sería más fácil. Un día más de grabación con ese salame y se pudría todo. El director celebraba por adelantado el no verlo nunca más.

A la ola de llamados, cartas y mails se sumó al piquete que un grupo de pulposas matronas con pancartas ofensivas armó frente al canal, el mismo día en el que entendieron que el capítulo siguiente se iniciaría con el cuerpo inerte de Ferreiros sobre el campo.

–Si Ferreiros se muere, nosotras no les vemos un piojoso programa más, ¿Mesplico?– le dijo a la cronista de “Intrusos en el Espectáculo” una gorda vestida con exquisito mal gusto. La mujer de cabellera platinada y cejas tan depiladas que dibujaban en su rostro una expresión de perpetua maldad era, a todas luces, la presidenta del club de fans del actor.

En la calle, vallada por la policía, las mujeres rugían por Ferreiros.

Unos metros más arriba lejos de los gritos, el gerente de programación recibió un par de llamados de los directivos del canal e hizo otros tantos.

–Negocios son negocios –le explicó por teléfono el gerente al director– Ya di orden a los escritores para que Ferreiros caiga justo sobre un camión cargado con colchones.

El director cortó, se tomó dos valium con un trago de Jack Daniel’s y repitió con resignación:
–Negocios son negocios.

Este cuento fue envidado a LNOL el 28 de febrero de 2006 - Consigna globos y a Perras Negras el 5 de agosto de 2006
Protegido por Safecreative Código: 1001225364204

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante. ¿Cómo sigue..? :))

Javier dijo...

Muy interesante. ¿Cómo sigue..? :))

Rosario Collico dijo...

ya está publicada la parte II
Saludos a ambos.