jueves, 28 de enero de 2010

LA BAILAORA

*************************************************************




Parece casual, pero ella ha planeado todo al milímetro… bueno, a decir verdad, todo no.

El colmao espera impaciente como un monstruo que contiene la respiración. Han pagado por verme, están ansiosos; tan ansiosos como yo, que aunque mil veces haya entrado a escena, muero y resucito cada vez, lo juro por la Macarena.

Oscuridad rota por un reflector. Su luz blanca, baña mis manos que fabrican mariposas en el aire negro. Sobre la madera noble inicio el taconeo, lento y cadencioso. El reflector dibuja un círculo sobre mis pies; ellos marcan un ritmo seco y claro casi el golpe certero de un martillo alimentado a pura furia o a pura poesía. Hablan las castañuelas picando la atmósfera con su voz de vieja.

La luz se hace plena sobre mí, revela la preciosa bata de cola, roja como la sangre de un toro, que se adhiere a mis caderas y allí se rompe en una catarata de volados espumosos que me acarician las piernas. Arqueo la espalda y, con un ademán de todo el cuerpo, echo la cabeza hacia atrás, derramando sobre el público y sobre ti, amor, mi legendaria cabellera negra, el sello de la diva.

Es el turno de tu guitarra, que le cantará entre tus manos a nuestro amor secreto. La luz me ciega pero puedo oler tu perfume almizclado enroscándose en las notas que tocas para mí.

Bailo esta noche sólo para tus ojos. Muchos nos miran pero somos sólo dos, puedo sentirlo. Tu música replica mis movimientos. Conversamos, tu guitarra y yo; por momentos son murmullos quedos y al siguiente, gritos quemados por el fuego.

Termina el show, amor. Los aplausos quiebran el clima de catedral. Nos aclaman pero no los oigo. Saludo con una lenta reverencia y dirijo, con mi mano, las loas hacia ti.

Vuelan las rosas encarnadas sobre el escenario. Al descuido recojo una, camino con lentitud y la dejo, con un beso trémulo, en la boca de tu guitarra. El público delira con ese gesto drástico largamente ensayado.

La coreógrafa, entre sombras, también recibe su porción de alabanzas; ella ha planeado, al milímetro, con garabatos de tiza, tanto mis idas y vueltas como el lugar exacto de tu taburete y el del atril de tu partitura.

Las cosas seguirán así, mantendremos la concordia entre los tres mientras no le vayan con el chisme de que su marido, el guitarrista, es mío.



Enviado a Perras Negras el 6 de agosto de 2006. Consigna 26 Instrumento musical.

Texto protegido por safecreative Código: 1001285400904

No hay comentarios: